jueves, 6 de mayo de 2010

D.E.P. Agustino Pingarrón.

Estimado lector, supongo que usted ,más que nadie, precisamente por su condición humana comprenderá que atender a los instintos más básicos de la virilidad es inherente a sí misma.
Aunque claro, la necesidad convertida en abuso es vicio y esto es algo que comprendía bien Don Agustino Pingarrón, natural de Vargas de Tolosa, provincia de Toledo.

Poco ducho en madrugar desde que sus labores de labranza le jubilaran, no sentía complejos al reconocer que no existía fuerza divina que le quitara su ducha de los jueves, por supuesto, con su natural cambio de calzoncillos. Y aunque Don Agustino Pingarrón no abogaba por el naturismo, bien podría ser uno de sus mayores profetas pues usaba ropa interior como parabrisas del último esfuerzo de cada mañana, es comprensible que se sintiese algo incómodo si dejara que aquello le manchara también los calcetines.

El resto de la semana solía despertarse a mediodía, justo cuando salían los estudiantes a jugar al parque de detrás de su casa, dichosa sonatina.

Sin prisa, sabía que sólo tenía media hora para poder levantarse de la cama, enfundarse las alpargatas y, con ayuda de su andador, llegar al baño. Eran tan solo un par de metros. Aunque siempre tenía su cuña bajo la cama, por las mañanas prefería ir directamente al baño, desperezarse un poco y quiterse los peta zetas que tenía por legañas, sobre todo los miércoles.


Siempre era el mismo ritual, se levantaba de la cama, se enfundaba sus zapatillas de cuadros de franela y su batín de paño y acto seguido cogía su andador, del que no se despegaba desde que murió su mujer. Desde entonces tampoco conducía.

Una vez en el baño dejaba su andador en el hueco que quedaba entre el inodoro de porcelana que un día fue verde, y la pequeña bañera que tanto odiaba.
Era el único esfuerzo físico que se imponía todas las mañanas, y sin duda a él le bastaba.

Con ayuda del andador y apoyándose en el toallero empotrado de la pared, se subía a la taza para desde allí poder mirar a través de la claraboya de ventilación.

Subido al inodoro y sin soltar aquella barra de acero daba rienda suelta a la autocomplacencia de los más bajos instintos, no solía tardar mucho, pues era tal el apetito que sentía que nunca pasaba de tres o cuatro tintineos.

Tras echar un órdago a la grande, exhalaba ese bramido matutino que le daba de qué hablar el resto del día. Le gustaba comentar la jugada en su monólogo interior.

Cuando era sorprendido en la ventana, taciturno y tembloroso no dudaba en reprender a los estudiantes:
- Hijos de puta, dejad de hacer ruido
.
Y sin complicaciones daba el tercer toque de platillo y ponía fin a la liturgia.



Descanse en Paz Don Agustino Pingarrón, natural de Vargas de Tolosa, Provincia de Toledo. Máximo representante de la pinga Española. 

Falleció el pasado jueves día 6 de Mayo de 2012, a la edad de 83 años, desinhibido y recién duchado hizo del arte de la oratoria masculina su vida y de su vida reflejo de soledades.

El tanatorio de Veguillas de la Dolorosa busca a sus parientes más cercanos para que se hagan cargo de los Servicios Funerarios.

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